Xalapa, Ver. – En medio de una atmósfera de profundo dolor y con un camino de pétalos blancos que conducía a su hogar, fue despedida América Yamilet Sánchez Hernández, cadete de la Heroica Escuela Naval Militar, quien falleció tras el accidente del Buque Escuela Velero “Cuauhtémoc” en la ciudad de Nueva York.
La joven originaria de Xalapa había emprendido una carrera ejemplar dentro del cuerpo general de ingeniería naval. Su vida, marcada por la disciplina, la pasión por el mar y un brillante desempeño académico y deportivo, se apagó de forma trágica el pasado fin de semana, luego de que el buque insignia de la Armada de México impactara contra un puente durante una maniobra.
En su hogar, ubicado en una colonia de la periferia de la capital veracruzana, familiares colocaron una ofrenda de flores blancas y rosas rojas, medallas de natación y atletismo que América ganó durante su formación, y dos gorras de la institución naval que portó con orgullo.
“Era la mejor hija: tierna, humilde, amorosa”, expresó entre lágrimas su madre, María del Rocío Hernández Ayala, quien mostró una fortaleza conmovedora durante el velorio. En una pequeña mesa, junto a su vestido de XV años y un peluche de Kitty, descansaban recuerdos de la joven que, horas antes de la tragedia, había compartido con entusiasmo que su próximo destino sería Islandia.
La comunidad jalapeña, al igual que los habitantes del puerto de Veracruz, ha expresado su pesar por la pérdida de una de sus hijas más destacadas. Sus compañeros de generación y superiores de la Heroica Escuela Naval Militar también le rindieron honores póstumos, conforme a los protocolos de la Armada de México.
“Era una excelente estudiante, no tenía vicios, era entregada a su vocación. Es mi hija…”, dijo con voz entrecortada su madre, quien agradeció el apoyo de quienes han acompañado a la familia en este duro momento.
Esta noche, los restos de América serán trasladados a su hogar en Xalapa, donde continuará el homenaje que su familia y comunidad le han preparado. Entre la tristeza y la admiración, retumba la frase de Carlos Fuentes que, como eco en este rincón del Golfo de México, resume el sentimiento de quienes la amaron:
“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos”.